MIS ANÉCDOTAS 15

De nuevo un verano en el campamento parroquial me levanté temprano cómo de costumbre , generalmente me levantaba siempre la primera, todos dormían incluida cocinera algo muy lógico ya que por las noches era muy difícil dormir debido a las “juergas  alborotos o chácharas” que se organizaban en las tiendas de campaña tanto por parte de los chavales cómo, para no faltar a la verdad, de los monitores . Ese día teníamos marcha por el monte así que con la idea de adelantar trabajo  para que no se nos hiciera tarde, ya que costaba mucho  levantar al personal de la “cama”, decidí  ir preparando los desayunos, al ir a la cocina la puerta estaba cerrada y la llave no estaba, la cocina era de madera , nos la montaban padres voluntarios, las ventanas del mostrador se abrían por dentro así que no había más remedio que entrar por un hueco que había en la parte de arriba de la puerta, cómo pude trepé hasta arriba y pasé una pierna por el susodicho hueco, luego tenía que agacharme para pasar el resto de mi anatomía pero mi sorpresa fue que al otro lado era más difícil bajar ya que no había ningún punto de apoyo cómo en la parte de afuera y estaba algo cansada del esfuerzo que hice al trepar así que me mantuve un rato en esa ridícula posición pensando en cómo salir del apuro, lo primero que me vino a la mente fue en lo que se iban a reír de mí si se levantaba alguien y avisaba a todos para que me vieran en esa “pose” así que armándome de valor, ya que no me hacía ninguna gracia que me “pillasen” en esas circunstancias , pasé cómo pude la otra pierna imitando al mejor de los contorsionistas y cómo pude también me fui deslizándome hacia la parte interior, todavía no me explico cómo lo hice, y al final salté....y llegué sana y salva al suelo, eso sí impresionada por la proeza que había hecho. Preparé todo y al levantarse la cocinera se llevó una agradable sorpresa aunque le pareció “increíble” la técnica que empleé para abrir la cocina.