Estábamos un día en casa con mi nieta de apenas tres
años, la niña estaba jugando en la sala y los abuelos estábamos sentados en el
sofá viendo cómo se entretenía con sus juegos un tanto revoltosos………..lo normal
vamos.
En un momento dado la “peque” sufre un inesperado “aterrizaje forzoso” ¡¡¡zaaaaaaaaaaaasssssssssss!!! o sea que se cayó al suelo cual larga era ,
nos levantamos a toda velocidad para
cogerla y tratar de consolarla en lo que parecía iba a ser para ella todo un
drama y que se iba a echar a llorar desconsoladamente .
Antes de darnos tiempo a llegar al lugar del
aterrizaje mi querida nieta se levanta y con toda tranquilidad nos suelta: CASI ME CAIGO.
Aquella frase
dicha con semejante sosiego y con tanta gracia hizo que no
pudiéramos evitar reírnos a mandíbula
abierta, que dicho sea de paso es cómo se debe de reír para quedar a gusto, que en esto de la risa no valen los términos medios.
Desde entonces esta frase se ha quedado fija en
nuestra casa y cada vez que se cae alguien sean nietas o cualquiera de nosotros
la soltamos y después echamos la consabida risa.
Es verdad que en alguna ocasión las caídas de mis
pequeñas nietas producen lloros y tengo que consolarlas, a pesar de ello suelto la frase cómo una
especie de bálsamo para sanar esa “pupa” que se hacen en sus caídas………
Ya lo sabéis
la frase CASI ME CAIGO da muy
buenos resultados para aliviar las caídas infantiles…………….también produce risa
en esas caídas tontas de cualquiera de nosotros y le da cierta dignidad al ridículo absurdo de un
“aterrizaje forzoso” inesperado.