MIS ANÉCDOTAS: LA TORTILLA DE PATATAS

Viví durante unos años fuera de España en la zona del Caribe, al poco de llegar y haberme relacionado con varias vecinas  de la urbanización donde vivía, una de ellas me pidió un día que le enseñara hacer una tortilla de patatas. Yo muy gustosa le dije que sí y pasé a su casa para hacerle una y así viera cómo se preparaba; yo todavía me sentía cómo gallina en corral ajeno  ya que todo era muy distinto a lo que yo estaba acostumbrada en mi querida España pero a decir verdad me adapté perfectamente a todo en poco tiempo y esa sensación  desapareció .  Cuando esta vecina me pidió el favor todavía era muy pronto para haber dado ese paso de adaptación así que pasé a su casa con cierta timidez  pero a la vez con ganas de causar buena impresión para sentirme acogida. Y allí estábamos las dos en su cocina  enseñándole el arte culinario de  nuestra típica y sabrosa tortilla, todo iba bastante bien y yo iba cogiendo confianza hasta que llegó el momento crucial de darle la  vuelta . He de decir que mi experiencia en la cocina era muy escasa ya que yo trabajé  hasta que me casé y fui a vivir a ese país  y  claro comía en casa de mis padres con lo que la cocina la había pisado muy  poco . No recuerdo si había hecho antes una tortilla o no pero si la hice estoy convencida de que fueron muy pocas y  aunque la teoría me la sabía muy  bien,  en la práctica  y sin apenas experiencia, la cosa era muy distinta.  Pues bien, cómo os decía, llegó el momento crucial de darle la vuelta  a la susodicha    tortilla ( quiero ser modosa y no decirle un “palabro”) y la muy ladina me la armó ya que se me escapó completamente de la sartén  pues el plato se me resbaló de la mano y en vez de quedarse quietecita  en el recipiente  se desparramó  alrededor de toda la cocina poniendo todo perdido………….?¡$5&?¡¡¿

Y ahí estaba yo con la sartén en la mano y una cara de terror deseando que la tierra me tragara. Me quedé petrificada sin saber que hacer ni  por donde seguir,  menos mal que la vecina rompió el inquietante  silencio y el inmovilismo en el que estaba envuelta pues  a la vez que me daba ánimos, diciendo que no me preocupara, comenzó a recoger todos los restos  desperdigados y con total naturalidad los volvió a poner en la sartén……..No se tiró nada y salió un ¿estupendo?  revuelto  de patatas con huevos.

 Yo, después de reponerme y estabilizar mi autoestima le dije, con la mayor dignidad que la situación  permitía , que todo era cuestión de práctica y que tal “accidente” le podía ocurrir a cualquiera, también me disculpé por mi torpeza . Al llegar a casa estuve  un rato tratando de asimilar  lo que había ocurrido y sintiéndome una auténtica  “manazas”. No volvió a llamarme con que estoy segura de que practicó y practicó mi teoría  hasta conseguir el objetivo……..¡UNA TORTILLA  ESPAÑOLA!